Mi abuela calzaba zapatos de
mimbre
que mecían mi infancia a
puro color.
Sus rubios cabellos colgaban
de frente:
un blanco perfume que me
conquistó.
Jugaba a quererme vestida de
lino y,
por su suave reloj,
pasaron los años corriendo a
mis hombros,
y ahora de mimbre los pies
tengo yo.
este texto me emocionó. muy bonito. gracias
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